Con “The Harmony Codex”, Steven Wilson lanza su séptimo álbum. Cualquiera que escuche “The Harmony Codex” tiene la sensación de perderse en un dibujo de Escher que se compone únicamente de sonido. En las diez pistas del álbum, Steven Wilson navega a través de una enredada red de recuerdos, llevando al oyente por caminos donde se extienden sombras de reflexión, reflexión y melancolía.

El álbum fue concebido y compuesto por Wilson, trabajando solo en un estudio en el garaje de una casa al norte de Londres, con el apoyo de músicos de todo el mundo (incluidos socios de estudio de larga data como Ninet Tayeb, Craig Blundell y Adam Holzman, así como así como varios colaboradores primerizos como Jack Dangers de Meat Beat Manifesto y Sam Fogarino de Interpol). Se invitó a cada músico a poner su sello individual en el álbum. Las trampas, cuerdas y sonidos sampleados aportados por cada artista se entrelazaron para crear un sonido único.

Y si bien The Harmony Codex es un disco creado teniendo en cuenta el sonido espacial, no es un disco que necesite un sistema de sonido sofisticado para llevarte: dos parlantes y un oído abierto son suficientes.